Pica, misterioso hábito de comer tierra y gis

 

Se trata de peculiar comportamiento que se caracteriza por ingerir sustancias no nutritivas como tierragis, papel, cabellos o plástico en forma habitual, y puede presentarse en niños y adultos. Se debe a problemas nutricionales, afectivos o mentales.

Pica, misterioso hábito de comer tierra y gis

Muchas personas suelen recordar que durante su infancia consumieron algún tipo de producto no alimenticio, o bien, descubren con sorpresa que su hijo ingiere la tierra de las macetas y raspa las paredes de la casa para consumir el yeso como si se tratara de golosinas. Más aun, no faltarán jóvenes y adultos que, tal vez con cierta vergüenza, reconozcan que todavía se comen las uñas o mordisquean hojas de papel con avidez.

Todos estos hábitos y muchos otros similares se conocen como pica o alotriofagia, que puede definirse como el consumo incontrolable de sustancias sin valor alimenticio durante un período de por lo menos un mes, sin que se presente aversión por la comida. Se sabe que es más frecuente en niños que en adultos, aunque también llega a ser común en mujeres embarazadas, y su origen sigue planteando varias interrogantes no resueltas por la Medicina.

En efecto, aunque se ha identificado que algunas causas frecuentes son trastornos nutricionales, enfermedades mentales y problemas psicológicos, en muchos casos se desconoce por completo cuál es el detonador de tan peculiar comportamiento, el cual ha dado lugar a todo tipo de suposiciones. Sin embargo, es importante atender este problema para evitar complicaciones, como mayor riesgo de sufrir enfermedades gastrointestinales e inadaptación social.

Añejo hábito

El médico francés Ambroise Paré (1510-1590) fue el primero en describir a profundidad este desorden alimenticio al que dio por nombre "pica", seguramente, por ser éste el nombre en latín de pericos y guacamayas. Dichas aves, como se sabe, tienen el hábito de ingerir casi cualquier cosa que se les presente, sea por hambre o curiosidad, de modo que su comportamiento retrataba metafóricamente el problema de aquellos pacientes que el facultativo observó.

Se sabe que en algunas culturas clásicas (incas, mayas, griegos o egipcios) se tenía la costumbre de comer ciertas arcillas con fines rituales o medicinales, e incluso hoy día hay lugares en donde cierto tipo de tierra se considera condimento (Perú, sur de México y zona norte de Europa, por ejemplo). Sin embargo, mientras que en estos casos se habla de un consumo consciente y con fin específico, quienes padecen alotriofagia ingieren productos extraños en forma compulsiva, es decir, sin poder controlarse ni dar una explicación a sus actos.

La pica toma un nombre especifico dependiendo del tipo de sustancia ingerida, siendo más comunes:

  • Geofagia. Comer tierra o arcilla.
  • Onicofagia. Uñas.
  • Pagofagia. Hielo.
  • Xilofagia. Madera.
  • Tricofagia. Cabello.
  • Foliofagia. Hojas o papel.
  • Cautopirofagia. Cerillos quemados.
  • Stachtofagia. Cenizas de cigarro.
  • Coprofagia. Materia fecal.
  • Litofagia. Piedras.

Algunos especialistas también consideran dentro de la misma categoría a ciertos desórdenes en los que se consumen alimentos en forma compulsiva, inusual e inconsciente:

  • Amilofagia. Comer almidón o harina.
  • Geomelofagia. Papas crudas.
  • Gooberfagia. Cacahuates.
  • Lectofagia. Lechuga.

Es muy difícil establecer la incidencia de este problema, ya que muchos casos no se reportan y la forma de medirlos cambia en cada país debido a los patrones culturales de cada sociedad. Por ello, las cifras son tan variables que, en términos generales, se piensa que dicha condición puede afectar a entre 10% y 32% de los niños de 1 a 6 años de edad, aunque también tiene fuerte presencia en pacientes con problemas psicológicos y psiquiátricos.

Sin causa definida

El origen de la pica ha sido motivo de repetidas controversias desde hace mucho tiempo, tanto así que las hipótesis existentes provienen de distintos campos del saber humano, como Psicología, Nutrición y Antropología. Pese a sus diferencias, todas ellas resultan útiles para dar una explicación, aunque tentativa, de por qué se presentan pacientes con alotriofagia en uno u otro caso:

1) Hipótesis nutricional. Es la más aceptada y sostiene que este desorden se debe a anemia ferropénica, padecimiento que se caracteriza por dolor de cabeza leve, palidez, irritabilidad, baja concentración mental e incapacidad para hacer esfuerzo físico debido a que el organismo no cuenta con suficiente hierro, zinc y vitaminas del complejo B, necesarios para elaborar hemoglobina (proteína que ayuda a que el oxígeno sea transportado por la sangre). Dicha enfermedad es común en niños, personas de bajos recursos y mujeres embarazadas.

Desde mediados del siglo XX se comprobó que varios pacientes con déficit de minerales ingieren tierra, yeso o piedras, tal vez porque inconscientemente buscan obtener los nutrientes de que carecen; sin embargo, es obvio que el organismo es prácticamente incapaz de obtener hierro o zinc de esta manera y, más bien, se encuentran expuestos a sufrir atrofia en su sistema digestivo o a contraer infecciones por microorganismos y parásitos intestinales. Por ello es común que muchos médicos recomienden la administración de multivitamínicos y suplementos alimenticios, así como el seguimiento de dieta balanceada para erradicar la pica.

Sin embargo, hay varios hechos que impiden que la alotriofagia se considere sinónimo de anemia o demuestran que su origen no sólo se debe a la falta de nutrientes:

  • En realidad son pocas las personas con anemia que tienen el impulso de comer productos sin valor alimenticio, de modo que el déficit de hierro no genera pica en todos los casos.
  • Muchas personas con alotriofagia consumen bolsas de plástico, cerillos, madera, betún para zapatos o hielo, es decir, materiales que, a diferencia de la tierra o yeso, carecen por completo de aquellos minerales que supuestamente trata de compensar el organismo.
  • Gran número de pacientes con tan peculiar hábito muestran, luego de someterse a pruebas de sangre, que no tienen problema nutricional alguno.

2) Hipótesis psicológica. Se ha comprobado que estados de ansiedad, estrés y angustia se relacionan con el deseo de morderse las uñas, masticar hojas de papel, cabellos, bolígrafos u otros productos no alimenticios. Esto se debe a que la sensación de tener algo en la boca suele aliviar la tensión, al parecer porque en el inconsciente del individuo persiste el recuerdo de la lactancia, período en el que era amamantado por la madre y se sentía protegido.

Es común, pues, encontrar que los pacientes con pica tengan manejo inadecuado de sus emociones, de modo que no cuentan con la habilidad necesaria para encauzar la tensión que enfrentan en el trabajo, escuela o vida en pareja. También es habitual que se trate de niños, adolescentes o adultos que provienen de familias con malas relaciones afectivas y de comunicación, o que poseen muchos temores y les cuesta trabajo tomar decisiones por cuenta propia.

Aunque esta teoría es muy aceptada y explica el por qué de muchos casos, amén de que ofrece una alternativa de tratamiento basada en terapia psicológica y técnicas para el manejo de ansiedad, no expone la relación de la alotriofagia con deficiencias nutricionales y queda descartada cuando el hábito se origina en pacientes que hacen buen uso del estrés o con alteraciones en el tejido cerebral.

3) Hipótesis psiquiátrica. Se han encontrado casos específicos en donde la pica se origina por problemas neurológicos, como demencia senil (pérdida de memoria y habilidades mentales después de los 60 años, aproximadamente) y esquizofrenia (enfermedad en la que fantasía y realidad se confunden, se tiene la impresión de ser perseguido y se adopta carácter retraído), así como alteraciones que generan retraso mental, como autismo (trastorno que imposibilita la convivencia social y el uso adecuado del lenguaje) o síndrome de Down (anormalidad genética que ocasiona problemas hormonales, de crecimiento y bajo desarrollo intelectual). En estos casos es común observar las más extrañas formas de pica, como ingerir materia fecal u objetos de metal (grapas, corcholatas, clips).

Es fácil aceptar que una persona cuyas facultades mentales estén afectadas por envejecimiento, malformaciones de nacimiento o accidentes tenga comportamientos poco comunes, de modo que no hay mucho qué refutar a esta hipótesis. Sin embargo, es obvio que se restringe a casos particulares y que no se puede generalizar.

4) Hipótesis antropológica-cultural. Hay suficientes documentos que comprueban el consumo de productos no alimenticios en culturas antiguas de todo el mundo, sobre todo de ciertos tipos de arcilla, ceniza o piedras. Las razones de este acto podrían ser rituales o medicinales, y su origen sería probablemente muy remoto, tal vez en razas humanas anteriores al Homo sapiens.

Algunos estudios han demostrado que las características minerales, nutricionales y farmacológicas de ciertos tipos de tierra que eran comunes hace miles de años en el planeta son idénticas a algunas que todavía prevalecen en África y que son consumidas por algunas tribus humanas de la región, así como por ciertos primates. De esta manera, la geofagia podría ser un comportamiento ancestralmente aprendido que algunas personas repiten sin darse cuenta. Esta teoría, aunque interesante, no explica por qué hay quienes consumen productos sintéticos o se muerden las uñas.

Complicaciones a la vista

Numerosas observaciones y estudios han demostrado que las personas con alotriofagia se encuentran expuestas a padecer enfermedades derivadas de sus hábitos, siendo frecuentes:

  • Plumbismo. Es la intoxicación con plomo, metal que forma parte de pinturas que cubren muros, rejas o muebles, y que también llega a utilizarse en lápices y colores de cera. Muchos niños y algunos adultos ingieren dicho elemento tóxico que genera daño a cerebro y riñones, fatiga, irritabilidad, falta de coordinación, dificultad para dormir, pérdida de peso y apetito, vómito, dolor abdominal, presión sanguínea alta y, en casos muy graves, convulsiones y estado de coma.
  • Obstrucción intestinal. Es el bloqueo parcial o total del tránsito de alimento por esta sección del sistema digestivo, y ocurre con mayor frecuencia en caso de tricofagia (comer cabellos), litofagia (consumir piedras) o en quienes ingieren objetos o fragmentos de plástico o metal. Este problema, que puede generar dolor abdominal, vómito, diarrea, pérdida de apetito, mal aliento y mayor probabilidad de sufrir infecciones, llega a necesitar de intervención quirúrgica para ser solucionado.
  • Desnutrición. Sobre todo en el caso de niños, es común que al ingerir tierra y otros elementos poco nutritivos haya sensación de saciedad que impida el cumplimiento normal de la dieta y, por tanto, se presente disminución en los niveles de vitaminas y minerales en el organismo. Los síntomas de este problema son cansancio, somnolencia y mala concentración.
  • Infecciones gastrointestinales. La tierra y muchos objetos que consumen las personas con pica suelen estar contaminados con parásitos a los que se puede clasificar en dos grupos: protozoarios (seres microscópicos), como amebas y giardia, y metazoarios (conocidos como "lombrices"), entre los que se encuentran oxiuros, áscaris y tricocéfalos. A pesar de sus diferencias, estos organismos invasores suelen causar pérdida de apetito, somnolencia, gases intestinales, náuseas, vómito o cansancio, y para ser erradicados se necesita la administración de medicamentos especiales.
  • Daño dental. Masticar hielo, plástico, madera u otros elementos no alimenticios puede dañar severamente al esmalte y piezas dentales, volviéndolas más propensas a sufrir caries o desviaciones de su alineación natural, con lo que la masticación de alimentos se ve afectada. Muchos casos requieren inevitablemente la ayuda del odontólogo u ortodoncista.
  • Obesidad. No es muy frecuente, pero se puede presentar al ingerir exageradas cantidades de calorías, como ocurren en la amilofagia (consumo de almidón o harina).

También es común que paralelamente se presenten dificultades en la convivencia con otras personas, ya que quienes padecen pica son señalados por sus compañeros de escuela u ocupación como personas raras o de hábitos extraños, situación que suele generar aislamiento social, timidez y dificultad para establecer relaciones sociales nuevas.

Vale imaginar que todos estos problemas secundarios son más que suficientes para que las personas que padecen alotriofagia reciban tratamiento a la brevedad.

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